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Xóchitl, sepulturera de López Obrador

por Edgar Hernández
03-07-2023

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Obligado revisar el fenómeno mediático alcanzado de la noche a la mañana por Xóchilt Gálvez de cara a la sucesión presidencial.

Hasta que López Obrador se negó a cumplir el mandato legal que lo obligaba a otorgarle a la senadora el derecho de réplica en la “Mañanera” donde la difamó, la opinión pública nacional supo de su existencia.

El punto de quiebre, sin embargo, se daría cuando la propia Xóchitl se apersonó en Palacio Nacional para ejercer su derecho mismo que le fue negado por la guardia pretoriana.

“¡Que haga su mañanera!”, le respondió el Peje.

Luego vendría la embestida propagandística oficial apoyada en medios afines al lopezobradorato y redes sociales en donde pusieron en tela de juicio su origen indígena y le han estado publicando hasta de lo que se va a morir.

¡Error!

Esa discriminación y abierta violencia de género desató el repudio ciudadano manifestó por millones, vía Twitters, expresiones de apoyo, invitaciones a entrevistas nacionales e internacionales y la simpatía partidista.

En paralelo el presidente se llenó de pánico respondiendo con insultos y desprecio.

Así, la víctima, la que el régimen hizo mártir, de la noche a la mañana se convirtió en heroína, en la opción opositora para suceder a López Obrador justo dentro de un año.

Xóchilt Gálvez de pronto cambió el reloj de la historia política de México, justo cuando la ortodoxia opositora ágil como la de un Mamut aguarda tiempos y prefiere lo institucional -o Creel o Beatriz o Enrique de la Madrid- olvidando que dichos aspirantes no representan el anhelo de los mexicanos.

Esta güera de rancho que no niega sus orígenes indígenas ha dicho, sin embargo, ¡Quiero!

Xóchitl, la que habla con picardías, la que ha sufrido los embates de la guerra sucia, la que tiene a una hermana en la cárcel por razones políticas, de pronto y a la de sin susto, rompe los paradigmas de la política y se ubica a la vanguardia del cambio.

Se coloca como la mejor competidora de la invisible Claudia Sheimbaum, quien por cierto qué ridícula se ve hablando como tabasqueña en sus mítines. Eso no de risa sino de lástima.

Xóchitl Gálvez transita rumbo a la sucesión con el respaldo manifiesto de millones de seguidores y simpatizantes de las redes sociales -que es lo de hoy que son las que deciden- para colocarse a la cabeza como la candidata ciudadana y viable opción para el Frente Opositor por México que aglutina a los partidos políticos y las mentes más brillantes del país.

Ella es panista y hasta algunas semanas, concretamente el pasado 12 de junio cuando llegó a Palacio Nacional en su bicicleta y un amparo en la bolsa, pocos apostaban por ella. 

Hoy es la primera en la lista.

Así llegó Fox pateando puertas y prometiendo sacar a las “tepocatas” y víboras prietas de Los Pinos. De igual manera llegó a la Presidencia del país más poderoso del mundo Donald Trump advirtiendo que Estados Unidos regresaría a ser la mayor potencia del mundo.

Quién no recuerda a Gustavo Petro, exguerrillero colombiano que llega al cargo con el compromiso de parar la violencia o a Emmanuel Macron, quien con menos de 40 años y cero experiencia política, rompe el Establishment, al asumir en 2017 la Presidencia de la República de Francia.

En Honduras, Xiomara Castro, alcanza el máximo cargo de elección popular al proponer acabar con la delincuencia utilizando la misma estrategia de Nayib Bukele, quien literalmente extermina en 12 meses a los Mara Salvatruchas de El Salvador.

Todo sin mediar abrazos sin balazos, sin corruptelas y sin echar la culpa al pasado de todos los males que heredaron. No barrieron para atrás, simplemente aplicaron la ley sin distingos ni parentescos.

Vaya, el propio López Obrador fue un hito en 2018. 

Luego de décadas de lucha, de ser aplastado por los aparatos de poder y ser considerado como un “peligro para México” alcanza a la “Silla Embrujada” con una votación de 30 millones sin precedentes en jornada comicial alguna.

Que después haya renunciado a sus ideales, entregado buena parte del poder a los narcos, ser más corrupto que sus antecesores y traicionar a la Patria, sería otro tema.

Es el mismo López Obrador que si los vientos siguen soplando en favor de Xóchitl no tendrá más remedio que colocarle la banda presidencial el primero de julio del 2024.

Tiempo al tiempo.