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Las funestas concesiones al poder militar

por Enrique Márquez
11-09-2022

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Hace poco más de 150 años, concluida la Revolución 

de Ayutla, el país vivía la agitación ideológica de 

liberales y conservadores pues justamente se trababa 

de definir el nuevo orden constitucional que debía 

dejar atrás la dictadura de Antonio López de Santa 

Anna. 

El 24 de enero de 1857 tendría lugar la discusión en 

el Congreso Constituyente el debate sobre la 

supresión de las comandancias militares, luego, poco 

después, vendría la correspondiente a la ley de cultos. 

Y el potosino Ponciano Arriaga (1811-1865), uno de 

los liberales radicales, diputado responsable de 

elaborar el proyecto de constitución, presenta un 

contundente voto particular sobre la supresión del 

abusivo poder militar santanista que muchas luces 

podría aportarnos en esta hora. 

 eluniversal.com.mx 100922

“En tiempo de paz -comenzaría Arriaga, ninguna 

autoridad puede ejercer más funciones que las que 

tengan exacta conexión con la disciplina militar (…) El 

que suscribe ha creído siempre, como cree ahora, que 

el poder militar debe ser enteramente pasivo (…) 

Cree, también, que ese poder debe obrar saliéndose 

de su esfera sólo cuando la autoridad legítima 

invoque el auxilio de su fuerza (…) 

“Será imposible, de todo punto imposible, que la 

autoridad política se moralice y recobre sus legítimos 

derechos, si ha de estar teniendo frecuentes 

ocasiones de entrar en el comercio de 

condescendencias, debilidades y funestas 

consideraciones con el poder militar (…) 

“Cuidar de la paz y de la seguridad pública, 

administrar la justicia y la hacienda, reprimir los 

crímenes y delitos, en fin, gobernar la sociedad, son 

atribuciones de la autoridad que obra en nombre de 

la ley, la ley es expresión de voluntad popular y los 

funcionarios militares nada tienen qué hacer, por sí y 

 eluniversal.com.mx 100922

ante sí, si no son requeridos, mandados o autorizados 

por las potestades civiles, en todos los negocios que 

no tengan una íntima y directa conexión con la 

disciplina de obediencia que es su primitiva ley. 

“¿Y puede darse cosa más absurda en un sistema de 

gobierno pacífico y legal, que esa reunión 

contradictoria del poder civil y militar en una misma 

persona, erección monstruosa de la política

mezquina del autor de todos nuestros males, del 

inolvidable dictador (Antonio López de Sana Anna) 

que quiso militarizar no solamente los gobiernos de 

los estados, sino los prefectos, los alcaldes y hasta los 

alcaides? ¿Puede haber una cosa más repugnante a la 

buena administración que tal incoherente mezcla de 

dos poderes heterogéneos, que se excluyen, se 

repugnan, se chocan y contradicen? Es gobierno 

pacífico y legal, el gobierno guerrero y el mando 

económico de la fuerza es otro. El primero obra 

invocando la ley, el segundo debe obrar sugerido por 

la autoridad (…)”

 eluniversal.com.mx 100922

A todo esto, es indispensable preguntarse, luego de 

una semana inundada de tantas polémicas ¿por qué 

un Presidente tan adicto a nuestra historia ha podido 

llevarnos al estado de depredación política que 

padecemos? ¿De verdad se cree que con el 

encumbramiento político del poder militar podremos 

enfrentar el problema de la inseguridad? 

México está viviendo bajo el ritmo devorador de una 

presidencia obsesionada por sus dogmas y 

fantasmas