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El abandono de los muertos

por Enrique Márquez
09-04-2023

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Abandoné a mis patos, a los que conocí en una infancia sin sosiego. Patos tristes, es verdad, como yo, que buscaba mi mar imposible. Negligente los dejé, se me fueron los patos de cabeza verde que descubrí en Japón, en Leonberg, muy cerca de Cawl, Alemania, donde Herman Hesse aprendió a cubrir su lobreguez. Abandoné, en su dignidad, la belleza sincera de seres tan distantes, tan sin chiste, pero con el cuello erguido de los emperadores. Abandoné la fiesta ritual de esas aves negras retintas de los Altos de Jalisco.

Abandoné el todo aéreo, moral y poético, que me permitía volar sobre el desastre de mi patria, soportar, a veces, el sonsonete atroz de las mañaneras. Como muchos, desesperados, políticamente sonámbulos, no pude más ya y sucumbí a las trayectorias oscuras, infectas y demasiado estorbosas de un poder presidencial descompuesto como nunca. Abandoné a mis seres alados, misteriosos, felices, a tal grado que una mañana luminosa, sin resentimiento, los patos, mis patos, llegarían hasta el balcón a despedirse. Distraído y expectante, por entonces esperaba que alguien ajeno o sensato dentro de la CuatroTe alterara la peligrosísima inercia del país en plena caída de sucesión presidencial.

Porque ¿alguien, de verdad, cree que el vuelo limpio y noble, democrático y sano de México, el que sigue y nos merecemos para 2024, está germinándose en un salón llamado de Tesorería donde sopla y resopla la máquina nacional de las mentiras, los odios y las persecuciones? De la CuatroTe me como un taco, me ha comentado esta mañana el portero, porque no sabe si su hijita regresará con vida después de la escuela.

La CuatroTe, que ya no cuadra  nada, si alguna vez pudo ajustarse al sentir general. Convertida en una especie de atroso e indeseable esperpento, patrocinada por las catafixias del bienestar que venían de Salinas y de más atrás, y en el disimulo estacional y oportunista de cierto militarazgo, la CuatroTe, ha logrado tener el control casi total de la corcholatería y demás. ¿Cómo explicarlo? ¿Cómo entender que un proyecto tan pequeño esté a punto de lanzarnos con todo y carreta por el abismo por todos tan temido? Cuando yo estaba con mis patos y mis entendederas, ajeno algunas veces al vértigo diario e irremediable que genera desde su sitial de herrero quien renunció a ser presidente, creía que la devastación y la confusión de México para 2018 era tan profunda y absoluta que la CuatroTe, como si fuera un Hulk sobrado, pleno de rencores y demasiada astucia, podía adentrarse para conquistar ese territorio en el que sólo pastaban las bestias del poder narco asociadas o vecinas de la CuatroTe.

Eso pensaba cuando los patos dejaron de obsequiarme el ritmo y la tranquilidad, la claridad del horizonte cuando parece que ya no queda nada. Aunque más bien mi pérdida de fe, mi resignación a punto de cumplirse, sobrevinieron el día bastante mañanero y letal en que el no-presidente, después de mencionar unos minutos el crimen cometido en contra de un grupo de migrantes en Ciudad Juárez, deslizó una risa nada republicana, horrenda, dada la situación. El poder, el Estado, abandonando sin más y siempre a sus muertos.