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¿Desde cuándo empieza la educación sexual de nuestro hijos (as)?

por Leticia Montes
04-09-2021

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Dado que educación sexual de hijas e hijos adolescentes es muy importante, es necesario reconocer que debe iniciarse desde la infancia ya que en este momento se sientan las bases de la comprensión que las niñas y niños hacen sobre su cuerpo, el erotismo y los afectos entre las personas.

La educación sexual es muy importante y comienza, en la mayoría de las ocasiones, sin darnos cuenta a través de los mensajes cotidianos que reciben las niñas y los niños acerca del cuerpo, la desnudez, el amor entre las personas, el placer, así como la maternidad y paternidad, entre otros temas.

Estos mensajes se dan hablados o actuados con los gestos, comportamientos e incluso con los silencios. Por eso es muy importante decidir, como personas responsables del cuidado o como madres y padres, qué educación sexual quieren brindarles a las y los adolescentes. Esto significa que les debe preocupar tanto la educación sexual cómo enseñar las reglas de cortesía, los hábitos de higiene o los hábitos alimenticios, porque la sexualidad es una parte fundamental del cuerpo, la identidad y por supuesto, de las relaciones personales.

Recibir Educación Integral en Sexualidad (EIS) es un derecho de las niñas, los niños, las y los adolescentes y jóvenes, por lo que se debe realizar de forma decidida también en casa. Esto no excluye la educación que se da en espacios educativos o de salud, sino que la complementa. En ocasiones las madres y padres de familia pueden sentir agobio e inseguridad para brindar esta educación en casa y prefieren que alguien más lo haga fuera del hogar.

Sin embargo, cuando esto ocurre, podrían estar perdiendo dos grandes oportunidades: la de saber que la información que se recibe es adecuada y la de mostrar a sus hijas e hijos que su hogar es un espacio donde pueden sentir la confianza y/o el apoyo necesario para aprender a vivir de forma saludable, responsable y placentera.

El derecho a la Educación Integral en Sexualidad se basa en considerar la salud en general y la salud sexual en particular como aspectos fundamentales para el bienestar y la calidad de vida de las personas.

Como derecho humano (que ya hemos revisado en la cápsula dos) se basa en los derechos sexuales y reproductivos, así como los derechos de las mujeres y de la infancia. Además, la EIS toma en cuenta la salud, las identidades, las relaciones humanas, la expresión, y todo lo que conforma la sexualidad, aspecto esencial del desarrollo personal y el logro máximo de su potencial como ser humano, para el ejercicio pleno de la ciudadanía y de los derechos humanos. El derecho a la educación sexual integral es fundamental para el ejercicio de los demás derechos sexuales y reproductivos de las y los adolescentes.

Es muy importante que las personas responsables del cuidado, madres o padres, tomemos conciencia de la educación sexual que sus hijas/os han recibido de manera no deliberada sino como resultado de la vida cotidiana, la influencia de medios de comunicación y de mensajes velados que pueden estar basados en estereotipos y roles tradicionales de género, así como en ideas tergiversadas o erróneas acerca de la sexualidad humana.

Asimismo, es fundamental aprovechar la oportunidad que se tiene cada día, para brindarles una educación de la sexualidad, con una perspectiva género y de derechos humanos, como uno de los más valiosos apoyos que se les puede dar en sus vidas al proveerles de información, así como de herramientas efectivas y confiables que les sirvan al tomar decisiones de manera responsable en torno a su vida sexual, al ejercicio de sus derechos sexuales y un pleno desarrollo y bienestar.

Es importante evitar contradicciones

Al estar tan estrechamente relacionadas, estas dos formas de educación pueden llegar a contradecirse. Cuando existen contradicciones entre ambas formas de educación, las y los adolescentes pueden llegar a sentir desconfianza o confusión, lo que no facilita el objetivo. Por ejemplo, cuando por una parte escucha que el amor no puede ser violento y por el otro escucha frases como “el amor duele” o “quien bien te quiere te hará llorar” o “si lo quieres debes perdonarle todo lo que te haga”.

La educación no deliberada en sexualidad refuerza los estereotipos y roles tradicionales de género y reproduce la discriminación y la desigualdad.

Adolescente y su padre informándose en internet

Por su parte, la educación deliberada en sexualidad y basada en los derechos humanos abona a un ejercicio de la sexualidad plena en un marco de derechos sexuales y reproductivos, en beneficio de un mayor respeto a todos los seres humanos.

Por otro lado, cuando ambas formas de educación apuntan a una misma dirección (por ejemplo, ambas refuerzan la idea de que hombres y mujeres pueden participar de la crianza) el camino hacia nuestro objetivo suele ser más fácil. Afortunadamente, la EIS permite trabajar con las propias actitudes para cambiarlas y por lo tanto contribuye a mejorar aquella educación informal que se brinda en el día a día a las y los hijos.

Lo importante es buscar la congruencia entre ambas. Obviamente, esto se logra a través de la experiencia y la práctica, es algo en lo que se necesita dar el tiempo suficiente para desarrollarlo.

Dado que cuando usted era adolescente, las fuentes de información sobre sexualidad eran otras a las que actualmente tienen acceso las y los adolescentes, deben reconocer que muchas veces no cuentan con la facilidad ni la experiencia para hablar de estos temas, como tampoco cuenta con toda la información confiable y científica para abordarlos. Sería ideal empezar a hablar con las hijas e hijos sobre la sexualidad desde sus primeros años de vida; sin embargo, en cualquier momento se puede iniciar con esta labor.