
La Senadora Imelda Castro ya deshojó su margarita. La semana pasada fue citada por Luisa María Alcalde. El motivo era uno solo. Llegó el tiempo de tomar una decisión. O busca la presidencia de la mesa directiva del Senado o la candidatura al gobierno de Sinaloa. Ayer, Imelda Castro hizo pública su decisión. “El territorio nos llama” sentenció.
En un boletín que difundió en sus redes sociales mandó varios mensajes que dibujan bien su proyecto en tiempo y forma. De entrada aclaró que declina a la posibilidad de buscar presidir la mesa directiva del Senado.
Ocupar dicha posición en el Senado la mantendría ocupada de tiempo completo en un año clave para la sucesión de Sinaloa.
“El territorio nos llama”, advierte en su comunicado y eso es precisamente lo que ocupa. Ir al territorio, recorrer el Estado. Quien no se mueve no sale en la encuesta.
Imelda sabe que llegó el tiempo no solo de ir al encuentro de la gente, sino de conquistar su aprobación y de paso, salir bien posicionada en las encuestas.
Hasta hoy el territorio ha sido un mercado exclusivo de Enrique Inzunza.
Los tiempos están definidos en Morena. La primera de las tres encuestas que se dice se harán, se levantará a más tardar el próximo mes de marzo de 2026. Para diciembre de ese mismo año, ya debe haber candidato perfilado. El tiempo apremia. Hay que hacer estructura en todo Sinaloa y esa es la principal dolencia y carencia que tiene Imelda. No tiene equipo ni estructura suficiente para pelear una gobernatura. Por eso cuando dice “el territorio nos llama” sabe perfectamente lo que tiene que hacer. El reloj avanza.
Imelda Castro dice en su comunicado que elige centrarse plenamente en su responsabilidad conferida en las urnas: representar con compromiso y cercanía al pueblo de Sinaloa.
“Estar cerca de la gente significa más que un principio: es una práctica cotidiana. Significa escuchar, rendir cuentas y caminar al lado de quienes hacen posible la transformación desde sus barrios, comunidades y ejidos.
Desde hace tiempo, junto a varios miles de ciudadanas y ciudadanos, hemos impulsado el movimiento de Vocerías Digitales y Territoriales por La Paz”. En pocas palabras, ya trae claro cuál será su oferta de campaña. Paz para un pueblo que está a punto de cumplir 10 meses en guerra y sumando. ¿Llegará la sucesión en guerra todavía?
¿Entonces cuál es el papel del candidato oficial en tiempos complicados? Muy sencillo;Tener resultados de gobierno y mostrarlos para ofrecer la continuidad y ésta sea aceptada.
¿Porque los sinaloenses aceptarían a un candidato que ofrece o representa la continuidad de lo que tanto daño le hace al estado y a su gente? Un gobierno fallido como el de Rubén Rocha que dejará al Estado completamente devastado no es la mejor carta de presentación para un candidato del partido gobernante. Eso ya la advirtió Imelda, lo huele cuando afirma que habrá de luchar al lado de la gente para recuperar La Paz y la justicia. O sea, lo que Rocha nomás no pudo dar.
Desde ahorita, Imelda asume su papel de continuidad con cambio y la bandera se la regaló el propio Rubén Rocha al mostrarse decidido en apoyar a Enrique Inzunza. El sería el candidato oficial y el de la continuidad a secas. El que taparía todo.
Los candidatos del partido en el poder o capitalizan los positivos del gobierno saliente o capotean sus errores ofreciendo un cambio en la continuidad.
Los resultados del gobierno de Rocha no será precisamente algo con lo cual el próximo candidato de Morena pueda presumir y hacer campaña. Hay que prometer un cambio aunque le duela al gober que se va.
Imelda ofrece cambio al prometer paz. ¿Y comprarán los sinaloenses ese cambio que ofrece Imelda cuando su partido y su gobernador son los culpables de tener incendiado el estado?.
Eso es lo que está por verse. Lo que sí, es que Imelda ya dio la voz de arranque a su proyecto de sucesión. Va como el candidato opositor desde adentro de Morena. En Sinaloa, no se ha visto quien se “brinque las trancas” de manera exitosa desde Mario López Valdez quien al final salió del PRI y le ganó la contienda a un súper candidato como lo fue Jesús Vizcarra pero a quien lo sepultó los hierros de Jesús Aguilar y el deseo de cambio de los sinaloenses por su hartazgo por la corrupción.
¿Le saldrá la jugada a Imelda?
Habrá que estar pendientes.