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Se agudiza la crisis migratoria

por Santiago López
04-07-2022

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La migración en el mundo ha sido una constante de los grupos humanos prácticamente desde el origen, independientemente de cuál sea la razón, económica, sociológica, religiosa, buscando seguridad y un mejor lugar para vivir, etc.

Con la migración se han poblado o invadido territorios, se han constituido estados o regiones, compartiendo, conviviendo o exterminando a los pocos o muchos pobladores originarios.

Los Estados Unidos de América (EE. UU.) es un buen ejemplo, se constituyó con migraciones europeas, originalmente venidas de Inglaterra, manteniendo muy escasas reservaciones de los habitantes primigenios.

Los EE. UU., como fundadores del constitucionalismo y la democracia moderna, donde se plasmaron y se hicieron válidos los derechos fundamentales de las personas de libertad, igualdad y respeto, se convirtieron en centro de atención y destino de migrantes talentosos y brillantes, cuando ha habido guerras y dificultades en diferentes partes del mundo. Esto le ha proporcionado un capital humano que ha enriquecido la vida pública, privada y social de ese país.

Sin embargo, no podemos dejar de ver la historia de racismo, discriminación y segregación que se ha vivido en los EE. UU., desde siempre, y con limitaciones se mantiene hasta ahora.

La migración por razones económicas y humanitarias tiene una larga data, hacia diferentes partes del mundo, principalmente a la Europa continental y la Gran Bretaña, de poblaciones de África y Asia; y de América Latina y el Caribe a los EE. UU., respectivamente.

La migración mexicana a los EE. UU., en forma masiva data desde el siglo XIX, que se ha mantenido intermitentemente, que nos arroja una cantidad que fluctúa alrededor de los 20 millones, según diversas fuentes de información, establecidos, legal e ilegalmente.

Paradójicamente, los territorios que originalmente eran de nuestro país en el siglo XIX y que pasaron a integrar la Unión Americana, muy despoblados en ese entonces, ahora se integran, en un porcentaje importante, de migrantes mexicanos y latinoamericanos.

Los EE. UU., ha endurecido las últimas décadas sus medidas anti-inmigrantes, sobre todo cuando estos provienen del el sur de sus fronteras. La anhelada reforma migratoria se ha quedado en el discurso de algunos gobernantes demócratas, y sigue aplazándose indefinidamente.

Las migraciones habituales, pausadas, calladas y no tan numerosas durante años, de mexicanos y centroamericanos hacia a los EE. UU., han dado paso, los últimos años, a caravanas cuantiosas provenientes de Centro, Sudamérica y el Caribe, que han hecho, parte del trayecto, su paso por el territorio mexicano.

Son migrantes que están huyendo del desempleo, la miseria, la inseguridad, la violencia y la injusticia que viven en sus países, incluyendo el nuestro, sin que se adviertan políticas internas de sus países de origen para retenerlos, como tampoco de nuestro país para atender esa problemática, ante la imposibilidad de ingresar a los EE. UU., se quedarán por acá.

Los EE. UU., seguramente aceptará muy pocos y los miles de restantes, qué harán, tampoco lo sabemos, muchos intentarán ingresar ilegalmente y la mayoría se quedarán en México; regresar a sus países no la contemplan como alternativa.

La cerrazón norteamericana para abordar de fondo el problema de la migración latinoamericana hacia su territorio se ha puesto en entredicho con el hallazgo de un tractocamión cerca de San Antonio, Texas, donde murieron hacinados 53 migrantes, hasta ahora, más de la mitad mexicanos, siete de estos guanajuatenses.

Se evidenció que es una frontera muy porosa y que hay traficantes de migrantes en los dos países, pero con todo y las tragedias que ocurren cada vez con mayor frecuencia, la migración ilegal continuará, pues se conjuntan la necesidad de los migrantes para ingresar a EE. UU., y el gran negocio que es para los ‘polleros’ realizar esa terrible, pero lucrativa actividad.

La inversión millonaria del gobierno de Texas para la seguridad fronteriza no ha reducido el número de personas que cruzan la frontera, con todo y que es una de las principales banderas de campaña del gobernador Greg Abbott, que busca su segunda reelección en noviembre próximo. El intento de contrabando humano más mortífero en la historia estadounidense ilustra las limitaciones del enorme aparato fronterizo de Abbott.

Como tampoco que envíe a migrantes a Washington D.C., culpando y responsabilizando al gobierno federal del presidente Biden.

La compleja problemática migratoria entre EE. UU. y México no se resolverá con medidas represivas, como se ha evidenciado, tienen que buscarse soluciones negociadas y con acuerdos migratorios, de la forma que se requiera y con los alcances reales que puedan aportar los Estados involucrados. El presidente Biden y los demócratas no tienen los votos necesarios en el Congreso para aprobar la tan anhelada reforma migratoria, por lo que se ocupa del concurso de los republicanos, tanto en el Legislativo, como en los gobiernos estatales con alta población migrante.

Sin duda, que es urgente la atención a esta evidente crisis migratoria, de los gobiernos de los países involucrados, en sus diferentes responsabilidades, donde se originan estas migraciones, por dónde pasan y a dónde pretenden llegar, y por elemental respeto a los derechos humanos de los migrantes; la negativa de ayuda humanitaria, la represión y el rechazo no son alternativa. No son delincuentes, son solo personas que buscan mejores condiciones de vida, y es muy fácil advertir que, si no encuentran ese espacio, empleo y la mínima estabilidad en sus vidas, serán presa fácil de la delincuencia. Por lo pronto, de los traficantes de personas.