Por Manuel
Díaz
Desde Salinas, ningún presidente había intervenido tanto en
una elección, como el compañero, presidente y camarada Andrés Manuel López
Obrador ¿será porque sus nulos resultados, el fracaso de sus políticas y el
incumplir sus promesas, incidirán directamente en los resultados y no le
favorecerán?
A falta de resultados, verborrea y así llegamos a la mitad
de su administración.
No hay resultados, pero sí expresiones “mitoteras” como que
el neoliberalismo es igual a corrupción, que antes la inseguridad estaba peor,
que los expresidentes se entrometían en las campañas electorales, que el
crecimiento de la economía era mediocre, que antes no había Estado de Derecho y
solo la voluntad de un solo hombre que ordenaba y sometía a los poderes y a las
instituciones.
Las elecciones intermedias
Sin embargo, a casi tres semanas de que se lleve al cabo la
elección intermedia en la que se renovarán la Cámara de Diputados, 15
gubernaturas, 30 Congresos locales y la mayoría de las presidencias
municipales, es decir, la elección más grande de la historia en la que se
marcará el rumbo del país, hacia el futuro y adaptándose a los procesos de
transición, o a poner freno y reversa hacia el México de la década de los años
cincuenta.
Esta elección es totalmente distinta a las que se han
realizado desde 1997 porque nuevamente se presenta la intervención ilegal del
presidente de la República.
AMLO interviene abiertamente para favorecer a sus partidos y
candidatos, sin importarle violar la legislación. Ha manifestado su intención
de desaparecer al árbitro electoral con tal de seguir ostentado el poder,
imponiendo como candidatos de Morena y sus aliados a impresentables,
delincuentes, violadores, corruptos y ligados al crimen organizado o sin ningún
oficio ni conocimiento de la Ley, sin siquiera una idea de a qué carajos van a
la Cámara de Diputados.
Como la “caballada” está flaca, floja y cuestionable, AMLO
se entromete para que la contienda sea contra él y no contra sus candidatos,
pasando por alto las fechorías que hacen, porque son “politiquerías” de sus adversarios.
Las encuestas no le favorecen
Pero no se puede tapar el sol con un dedo y las cosas no le
pintan nada bien al compañero presidente. Las encuestas de El Financiero y
otras más coinciden en que AMLO inició su administración con una aprobación del
83% y a estas alturas, perdió un 26%, la caída más importante que un mandatario
haya registrado desde que se hacen estas mediciones.
El desplome en la aprobación se debe al incumplimiento de
casi todas sus promesas de campaña, a los pésimos resultados que muestran todos
los indicadores económicos, al alza en los niveles de inseguridad en gran parte
del país, a la cancelación de programas sociales como el seguro popular,
guarderías, medicinas para niños con cáncer, el aumento en el precio de los
combustibles y de la canasta básica.
Durante la administración de AMLO han ocurrido más masacres
y más muertos por el crimen organizado, además de un importante aumento de
crímenes del fuero común y se estima que la corrupción es mayor a la que se
tenía con Enrique Peña Nieto, más del 80% de las compras del gobierno Federal
se realizan de manera directa o a través de invitaciones restringidas y peor
aún, el tema de la impunidad ha crecido.
Por si esto fuera poco, sus malas decisiones han dado como
resultado terribles tragedias como la explosión en Tlahuelilpan que dejó más de
160 víctimas, las explosiones en las refinerías de Pemex o el derrumbe de la
Línea 12 del Metro que dejó un saldo de 26 muertes, una tragedia que se
construyó entre la corrupción, la irresponsabilidad y la negligencia porque, a
pesar de que la administración actual de la CDMX realizó revisiones periciales
y estructurales en muchos de los inmuebles afectados por el temblor de 2017,
procedió al derrumbe de algunos y al desalojo de otros, no hicieron nada en la
infraestructura dañada del Metro.
Otro de los indicadores que muestran el fracaso de AMLO y
Morena al frente del gobierno de la República, son los resultados que dio a
conocer la Auditoria Superior de la Federación acerca de los elevados costos
derivados de la cancelación del NAIM, las transas de David Monreal como
delegado de Agricultura, de los superdelegados federales Carlos Lomelí y
Amílcar Sandoval y de muchos más. La corrupción e impunidad de Bartlett, Irma
Eréndira Sandoval, Pío López Obrador, los contratos que otorgó Pemex a Felipa
Obrador, los acuerdos con IDESA-Brasken de Javier Jiménez Espriu y un largo
etcétera.
Sin olvidar las consecuencias del deficiente manejo de la
pandemia y del proceso de vacunación. El informe que recientemente publicó el
Panel Independiente para la Preparación y Respuesta ante una Pandemia de la OMS
señala que de los 15 países con la tasa más alta de mortalidad por covid-19,
seis son latinoamericanos.
En un artículo, dos de los integrantes de este panel, el Dr.
Ernesto Zedillo y el colombiano Mauricio Cárdenas, destacan que es doloroso y
vergonzoso que América Latina con un poco menos del 8% de la población mundial,
haya contribuido con casi el 30% del total de muertes causadas por la covid-19
y que mientras la producción mundial se contrajo en promedio un 3,3%, en
América Latina y el Caribe la contracción fue del 7% y, quizá lo más
vergonzoso, es que México se encuentre junto con Perú y Argentina entre los
tres países de Latinoamérica que registraron algunas de las mayores reducciones
del PIB del mundo.
Por otra parte. AMLO en su enfermiza obsesión por conservar
el poder, ha incurrido en diversas irregulares para someter a los Poderes
Judicial y Legislativo y amenazado con desaparecer instituciones y organismos
autónomos que le estorban para ejercer su poder autoritario.
La 4T de AMLO es el gobierno del mito, dirigido por un
hombre que ambiciona una concentración total del poder, que se ha dedicado a
polarizar al país con un gobierno que, contrario a sus fantasías, no aporta
ningún resultado positivo.