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Los niños de Estado Islámico

por Redacción
15-10-2021

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El campamento de al-Hol es caótico, desesperante y peligroso.

Es el hogar de las esposas e hijos de los combatientes extranjeros del grupo Estado Islámico: una ciudad con tiendas de campaña, con familias hacinadas, rodeadas de guardias armados, torres de vigilancia y alambradas de púas.

El extenso campamento del desierto se encuentra a cuatro horas en automóvil desde al-Malikyah, pasando la ciudad de Qamishli, y cerca de la frontera entre Siria y Turquía, en el noreste de Siria.

En el interior, las mujeres se visten de negro y usan el niqab, un velo facial con una abertura para los ojos, usado por algunas mujeres musulmanas.

Algunas se muestran distantes, mientras que otras son hostiles en apariencia.

En un rincón, cerca del pequeño mercado de verduras, protegiéndose del sol abrasador hay un grupo de mujeres dispuestas a charlar. Son de Europa del Este.

Les pregunto cómo terminaron aquí, pero dicen poco, culpando a sus maridos por la decisión de viajar miles de millas para unirse al EI y vivir bajo un régimen que torturó, asesinó y esclavizó a miles.

Su único crimen, insisten, fue enamorarse del hombre equivocado.

s una historia familiar entre las esposas de los militantes de EI, que buscan desvincularse de un régimen que tenía clara su brutalidad y sus objetivos.

Sus maridos están muertos, encarcelados o desaparecidos y ahora están atrapadas aquí con sus hijos.

Aproximadamente 60.000 personas están detenidas en este lugar, incluidas 2.500 familias de combatientes extranjeros de Estado Islámico.

Muchos han vivido aquí desde la derrota del grupo yihadista en Baghuz, en 2019.

Las mujeres hablan con reserva, cautelosas de llamar la atención que pueda tener consecuencias nefastas, si no mortales.

No son los guardias de los que se preocupan, son las otras mujeres, las de línea dura que siguen imponiendo las reglas de EI dentro del campamento.

En las primeras horas de la mañana que estuvimos allí, encontraron a una mujer asesinada.

La violencia y la radicalización en el campamento es un problema importante para las Fuerzas Democráticas Sirias lideradas por los kurdos, responsables de la gestión de los campamentos.

El doctor Abdulkarim Omar, ministro de Relaciones Exteriores de facto de la administración liderada por los kurdos en el noreste de Siria, admite que en al-Hol, Estado Islámico todavía gobierna.

Dice que las mujeres de línea dura son responsables de gran parte de la violencia.

"Hay asesinatos diarios, queman tiendas cuando la gente no sigue la ideología de ISIS", dice, "y están transmitiendo esos puntos de vista radicales a sus hijos".