
José Luis Camacho Acevedo
Es una obviedad que la salida de Pablo Gómez de la Unidad de Inteligencia Financiera, apenas unas horas de que terminó la conversación telefónica que sostuvieron el pasado viernes la presidenta Claudia Sheinbaum con el mandatario estadounidense Donald Trump, fue parte de los acuerdos que se pactaron en los 40 minutos de conversación sostenida entre los mencionados personajes.
La
salida de Pablo Gómez para coordinar los trabajos de una reforma electoral
antes de las elecciones intermedias del 2027, es una cortesía de la presidenta
Sheinbaum al representante de la más vieja corriente del comunismo mexicano.
En
tiempos de Luis Echeverría, sexenio en el que se crearon una infinidad de
“comisiones” para otra infinidad de objetivos, se decía que la verdad era que
los mandatarios tendían puente de plata a funcionarios que ya no cabían en el
los nuevos esquemas.
“Si
quieres que algún objetivo político no se cumpla, forma una comisión para que
se encargue de lograrlo”.
Después de que
el Departamento del Tesoro del vecino país señaló a dos bancos y la casa de
bolsa Vector, que sigue siendo propiedad de Alfonso Romo, quien fuera en los
dos primeros años del sexenio de AMLO, el jefe de la oficina de la presidencia,
el mensaje fue claro: las autoridades financieras de México, tales como la UIF
en manos de Pablo Gómez, no estaban cumpliendo con la importante tarea de
pegarle al crimen organizado en su economía.
“Por eso, se tomó muy en serio lo
de vigilar las operaciones sospechosas de las personas políticamente expuestas
como lo recomienda el Grupo de Acción Financiera (GAFI), en especial de Genaro
García Luna, quien fue el enemigo número uno del sexenio de Andrés
Manuel López Obrador.
Con ello, al igual que su
antecesor, Santiago Nieto Castillo, Pablo Gómez Álvarez rompió con los
moldes establecidos para un jefe de inteligencia financiera que antes se
manejan con bajo perfil, debido a que casi nadie los conocía ni tampoco
aparecían en público.
De los ocho titulares que ha
tenido la Unidad de Inteligencia Financiera desde su creación en mayo de 2004,
(el que encabezó hasta hace unos días Pablo Gómez) ha sido uno de los más
controvertidos y cuestionados por haberse manejado de manera independiente de
la dependencia que hoy encabeza Edgar Amador Zamora.” (MSN)
La prioridad del
gobierno de Donald Trump en relación con lo que ocurre en nuestro país y afecta
a la sociedad norteamericana, sigue siendo el combate a los carteles mexicanos
dedicados al tráfico de drogas, específicamente el fentanilo.
Después de
lograr el aplazamiento por 90 días de la imposición de aranceles a productos
mexicanos que tienen como mercado los Estados Unidos, lo que sigue es una nueva
etapa del combate al crimen organizado. Etapa en la que la pieza clave del
gobierno mexicano será el secretario de Seguridad Omar García Harfuch.
La famosa lista
de Marco Rubio en la que aparecen, en grupos de diez, un importante número de
políticos mexicanos de alto nivel a los que Estados Unidos considera con ligas
muy estrechas con los carteles más importantes que operan en el territorio
nacional.
García Harfuch
lleva terreno avanzado en sus negociaciones con entidades de seguridad como la
CIA o la DEA.
Ahora incluso
con el departamento del Tesoro.
Información
de marzo del presente año revela:
Kash Patel, director
del FBI; así como John Ratcliffe, de la CIA; y Tulsi Gabbard, titular
de inteligencia en el gobierno de los Estados Unidos, reconocieron
las reuniones con Omar García Harfuch, secretario de Seguridad y Protección
Ciudadana con Claudia Sheinbaum, para fortalecer la cooperación en materia
de seguridad. La colaboración, afirmaron, ha tenido resultados “inmediatos”.
Mucha
preocupación existe entre los presuntos narco-políticos mexicanos que están en
la lista del secretario de Estado, Marco Rubio.
Tarde o
temprano, los ajustes políticos se cumplen.