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Las guerras del 2025 no tienen lugar

por Felipe León López
20-06-2025

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Sin un territorio físico bien delimitado, las guerras que estamos padeciendo como humanidad, se libran en múltiples dimensiones: en el campo de batalla, por supuesto; en el ámbito geopolítico, donde se están afianzando alianzas extremistas; y particularmente en las narrativas mediáticas y en las redes sociodigitales, porque la verdad, o al menos su percepción, representa el arma más valiosa en este tipo de confrontaciones.

En tiempos de guerra, quienes controlan las narrativas tienen el poder de legitimar su comportamiento, hacerse las víctimas o realzar sus respuestas, tanto para justificar una agresión como para presentar una versión de los hechos que fomente la reconciliación, la rendición o la disuasión del origen del conflicto.  

Estamos inmersos en campos de batalla de las campañas de desinformación y de estrategias de manipulación mediática diseñadas para polarizar sociedades enteras, mientras que las iniciativas para difundir hechos verificables luchan por despejar el ruido de las mentiras que deambulan en todas las plataformas digitales. He ahí que la blogósfera, en esta era, es indispensable para potencializar la capacidad de defensa, reacción y acción de las naciones en conflicto.

La verdad, lejos de ser objetiva, muta al ritmo de los intereses de los actores en pugna, configurando la opinión pública y moldeando las decisiones políticas de las principales potencias bélicas y económicas del mundo.

Estas guerras del 2025 están alimentadas por modelos ideológicos en pugna, ninguno de ellos perfectible, por cierto; resentimientos históricos y disputas religiosas que buscan imponer su propia versión de la realidad. La lucha por la verdad se ha convertido en un campo de batalla tan feroz como los combates tradicionales.

El filósofo Jean Baudrillard, en su obra La Guerra del Golfo No Ha Tenido Lugar, citado ya en este espacio, describió cómo esa invasión de Estados Unidos y sus aliados a Iraq, so pretexto de guardar armamento nuclear, se desarrolló sin un espacio físico definido, pues lo que presenciamos millones fueron los atroces bombardeos a través de la televisión y, que hoy en día, cualquier confrontación suele magnificarse mediante las redes sociodigitales.

En un mundo donde las armas inteligentes y las amenazas nucleares dominan los escenarios, los conflictos parecen más abstractos, pero no menos devastadores. Cuanto más cuando los líderes mundiales al frente de las potencias bélicas son consumados autócratas, dictadores o populistas de derecha, este panorama se convierte en un terreno aún más complejo con escenarios difíciles de proyectar, porque tanto van de afianzar nuevas hegemonías regionales, fortalecer al sionismo y sostener líderes impredecibles y poco cercanos al respeto a las libertades, la humanidad y el medio ambiente.

Ahí están no sólo Israel, sino también Estados Unidos, Rusia, Corea del Norte, China, Reino Unido, Francia, India y Pakistán, como los países que más han invertido en el desarrollo de armamento nuclear según el Instituto Internacional de Investigaciones sobre la Paz de Estocolmo.

Sus discursos suelen estar impregnados de retórica que exacerba divisiones y fomenta ideologías extremistas, creando un caldo de cultivo donde los conflictos no sólo se perpetúan, sino que también evolucionan hacia formas aún más insidiosas, las cuales podrían llevarnos a todos no a una nueva guerra mundial sino al fin de una era donde se apostó por la democratización.

La concentración del poder en estas figuras permite que las narrativas sobre la guerra y la paz sean moldeadas de manera unilateral, manipulando la percepción pública y reduciendo los espacios para el diálogo genuino. Las decisiones tomadas desde estas cúpulas tienen un impacto directo en la estabilidad global, agravando las tensiones ya existentes y dificultando la construcción de puentes hacia la reconciliación.

Conforme pasan los días, las zonas de guerra (Ruisa-Ucrania, India-Pakistán, Israel-Palestina, Israel-Irán, además de los conflictos internos como las narcoguerras en México, la explosión del movimiento migrante en Estados Unidos, potenciales conflictos en Venezuela, Siria, Sudán, Haiti, Myanmar) tienden a calentar más el ambiente y la incertidumbre global.

Para los países occidentales, los gobiernos autocráticos, ciegos y sordos, parecen jugar con fuego porque podrán ganar todas las guerras e invasiones, pero no las respuestas que se cocinan en las zonas donde no pueden llegar sus controles e inteligencia. Basta con recordar los efectos que han tenido dichas acciones irracionales: el 11S de 2001 en Estados Unidos; el 11M de 2004 en España, y atentados de junio de 2007 en Reino Unido.

Ante un escenario global tan complejo, habrá de preguntarnos: ¿Estamos preparados para cuando todos esos fuegos se apaguen y comiencen tanto las reconstrucciones, las reubicaciones, las recomposiciones y las reacciones de los derrotados?



Contacto: feleon_2000@yahoo.com