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La sociedad humillada

por Gustavo Barrera
01-07-2022

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¿Cuándo nos perdimos?

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¿Cuándo vimos como una realidad,

las apariencias de vulgares sombras?


¿Cuándo nos perdimos social y políticamente?

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Yo no sé todavía si las épocas hacen a los hombres o si los hombres son quienes hacen a las épocas; yo creo que son los hombres los que hacen las épocas.  Esos hombres son los líderes y no tenemos.


Algo pasa, algo está pasando y algo va a pasar que dolerá sin excepción a todos si no hacemos que frene la escalada de degradación social y degradación política que vive actualmente México.


San Luis Potosí no es la excepción.  Ya en el siglo XIX, el siglo de las luces, los potosinos ya éramos así: envidiosos, codiciosos, egoístas.



De esto deja constancia escrita el potosino Ponciano Arriaga, en su célebre regaño a los potosinos en una carta que se llama “Perderemos toda esperanza”; léanla está en internet.

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¿Cuándo nos perdimos?


La forma de vivir del potosino, está cambiando día con día, para mal y está cambiando para degradarse cada vez más. Veamos, el primer valor que se ha perdido es el           valor de la lealtad.  No somos leales a nada ni a nadie, no creemos en nada y todo lo obstaculizamos y a todo nos oponemos de palabra.

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¿Cuándo nos perdimos?

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¿No sería cuando nuestra ignorante soberbia se adueñó de nuestras relaciones personales, de nuestras relaciones sociales y cuando aceptamos que la política fuera una herramienta, ignorante también, de toda corrupción?

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¿Nos perdimos cuando dejamos de respetarnos?

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Hemos perdido los diamantes culturales de un pueblo: la lealtad y el respeto.


Todo mundo habla de todo, dice saber de todo, juzga, condena, discrimina, vitupera, blasfema, difama y peor: somos además mentalmente perezosos, no imaginamos, no creamos, no leemos, no tenemos educación, y no actuamos.

La sociedad potosina está en declive, su mediocridad lo confirma.  Vean al de al lado, soberbio, sintiéndose siempre digno, arrogante y cuando nos vemos a nosotros mismos, nos damos cuenta nos encontramos igual, solo somos sombras, rebaños de sombras.  No leemos, no amamos.

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¿Cuándo entonces nos perdimos?


Tal vez cuando a nuestra deslealtad, le añadimos nuestra falta de respeto a la ciudad, al estado, al país, a la Patria y además de que le  sumamos nuestra ignorancia y nuestra soberbia, nos conformamos.

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¡Que espanto!




En “La Caverna”, ese diálogo de Platón, el filósofo sostiene que la gente está muy cómoda en su ignorancia y puede oponerse incluso violentamente a quienes intentan ayudarle a cambiar.  Somos ignorantes comodinos.

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Otro valor que se ha perdido es la valentía.


A nuestra arrogancia, que solo es una máscara vacía, le invade además una sensación de miedo a enfrentarse al abuso del poder.  Tenemos miedo a cambiar y preferimos nuestra sumisa comodidad.

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¿Nos perdimos cuando dejamos que el ogro del abuso de poder nos rigiera con sus reglas, reglas que no son otra cosa más que la muestra de su ignorancia y su soledad?

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¡Que humillante!


Hasta la próxima.