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La migración, una crisis humanitaria transexenal

por Felipe León López
11-01-2024

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Al momento de escribir este comentario,  paradójicamente, escucho al cantante Manú Chao con Clandestino: Solo voy con mi pena / Sola va mi condena / Correr es mi destino para burlar la ley/Me dicen el clandestino, yo soy el quiebra ley”.

 

Un himno a las víctimas de la peor crisis humanitaria que enfrentan los países expulsores, como México, y los llamados “desarrollados”. El desafío para enfrentarla está en la agenda de prioridades de toda Europa occidental y de los Estados Unidos, porque las oleadas migratorias miran hacia el sueño de oropel o hacia la única ventana de sobrevivencia que les brindan esos países, que ahora pagan el precio de su pasado colonialista, intervencionista y del saqueo histórico de esos territorios.

 

En distintos barrios del centro y la periferia de la Ciudad de México, como quizá en otros más, donde abundan hoteles y hostales que recibían turistas de todo tipo de perfil, ahora se han convertido en especies de casas de seguridad de migrantes de muchas nacionalidades. Abundan no sólo centroamericanos, sino que ahora sudamericanos, argentinos, venezolanos y colombianos, y decenas de familias de haitianos, quienes aa diferencia de los demás quieren a México como su segunda patria y ya se están integrando a las actividades de la economía social. Algunos más parecen ser árabes, hindúes, afganos y hasta ucranianos con mayor capacidad económica que analizan seguir la ruta al norte o integrarse al país.

 

Pero junto a esta oleada, también escuchamos mensajes discriminatorios, xenófobos e increíblemente racistas de mexicanos contra esta población, y lo peor, funcionarios de migración que quieren criminalizar su estancia en nuestro territorio. Esto que ocurría en los municipios de estados de la frontera sur se ha venido extendiendo por todo nuestro territorio. Cuidado, porque ese discurso de odio que aplican contra nuestros paisanos indocumentados en los Estados Unidos ahora se reproduce en boca de compatriotas contra extranjeros que inmigran.

 

El domingo pasado y en plena navidad, un grupo de más de siete mil personas en situación indocumentada parten hacia el norte desde Tapachula al grito de “No somos criminales/somos trabajadores/internacionales”. Avanzan del sureste al centro del país y previo a la reunión que sostendrá nuestro gobierno con el de los Estados Unidos para tratar dicha problemática. Una reunión más.

 

La peor crisis en más de una década, reconocen autoridades del Instituto Nacional de Migración y de la Unidad de Política Migratoria, que según sus registros apuntan que de enero a octubre de este 2023, se registraron 588 mil 626 personas en situación migratoria indocumentada. “Se trata de la cantidad de veces que los migrantes han ingresado una o más veces al territorio nacional con la finalidad de cruzar a Estados Unidos o pedir refugio en México, según la Secretaría de Gobernación”.

 

¿Y qué se ha hecho? Desde la primera crisis de refugiados guatemaltecos los gobiernos mexicanos de la década de 1980, los gobiernos de Carlos Salinas hasta el de Andrés Manuel López Obrador, han pedido medidas profundas de cooperación para impulsar del desarrollo de Centro y Sudamérica. Primero con el Sistema de la Integración Centroamericana (SICA), más enfocado a la seguridad de la región que a combatir los problemas de raíz. Los proyectos más acabados fueron el Plan Puebla Panamá, de Vicente Fox, y los llevados a cabo en el presente sexenio, con los programas Sembrado Vida, la refinería Dos Bocas, el Tren Maya y el corredor Transítsmico, con resultados aún por madurar y que, lamentablemente el gobierno de los Estados Unidos ha sido poco sensible en apoyar con voluntad y decisión, ya que al final siempre se topan con las posiciones de políticos estadounidenses, como los republicamos de Texas o los demócratas que condicionan los apoyos para sólo focalizarlos.

 

La pasada Cumbre de Palenque, convocada por México, y a la que acudieron apenas unos países de la región, los jefes y jefas de Estado de delegación de Belice, Colombia, Costa Rica, Cuba, El Salvador, Haití, Honduras, Panamá y Venezuela, concluyeron en un ramillete de buenos deseos pero nula acción; tanto que justo ahora se lleva a cabo la caravana migrante es la más numerosa de todo el año.

 

La crisis migratoria será una de las herencias más críticas para próxima presidencia de México, Estados Unidos  y del gobierno de Canadá y es urgente que comience a atender la problemática de raíz y no a que se mantengan la misma línea que copia la visión antiinmigratoria de nuestro vecino país al criminalizar la inmigración. Estamos a tiempo de encontrar soluciones, mitigar sus riesgos y evitar que esos brotes de incipiente xenofobia mexicana se extienda en forma violenta.

 

 

+ Fin de año sangriento

… Escribimos la semana pasada sobre la agenda de riesgos políticos y entre ellos destacamos los crímenes políticos, porque el crimen organizado estaría presto a jugar electoralmente el año próximo. Y en Acapulco asesinaron a uno de los aspirantes a diputado federal por Morena, en Michoacán y Tabasco, aunque se nieguen, hubo nuevas incursiones tendientes a crear crisis psicológicas. Así lo expusimos: “El crimen organizado: compuesto por grupos criminales que han venido escalando la violencia no sólo contra la población sino contra la clase política, llámense dirigentes políticos, candidatos o funcionarios públicos. Los hechos recientes en el Estado de México (Texcaltitlán), Guerrero (Acapulco, Chilpancingo), Guanajuato (Salvatierra), Chiapas (Comalapa) y Michoacán (Tierra Caliente), representan la principal amenaza que inhibe o promueve ciertas agendas. Lo advertimos: los cárteles del narcotráfico también jugarán en esta elección. De 2020 a la fecha van 102 asesinatos de políticos y casi 1,100 atentados o actos de amedrentamiento”.