La
mano que mece la cuna: la peligrosa obsesión de AMLO
José Luis Camacho Acevedo.
La inteligencia política de
Andrés Manuel López Obrador es, sin duda, superior a la que desarrollaron como
ex mandatarios de México, sus antecesores inmediatos Enrique Peña Nieto, Felipe
Calderón y Vicente Fox.
Peña Nieto vive exiliado en
España, abandonado por su última pareja, y sin tener la menor influencia en un
PRI secuestrado por Alejandro Moreno y su pandilla.
De los que fueron sus
principales colaboradores se ha sabido en los meses más recientes que Luis
Videgaray es accionista de una importante empresa de inteligencia artificial de
reciente creación, con sede en Miami y teniendo como socio a un hermando del yerno
de Donald Trump, el influyente Jared Kushner.
Aurelio Nuño ha reaparecido
haciendo fuertes críticas a la actual 4T, pero afectando muy poco al buque que
comandan al alimón Alito y Rubén Moreira.
Felipe Calderón se ha
convertido en un político errabundo (lo mismo aparece en Estados Unidos que en
Europa) o haciendo críticas directas a
la 4T o indirectas a través de su esposa, la intrascendente diputada Margarita
Zavala.
Para la actual dirigencia
nacional del PAN, Felipe Calderón es un cero a la izquierda.
El inicio de la fallida guerra
contra el narco y sus consecuencias en el presente, los gobiernos de la 4T se
la siguen atribuyendo a Calderón Hinojosa.
Esa impensada decisión que hoy
mantiene a México en el terror de vivir en medio de una lucha que ha dejado
miles de muertos y que en Estados Unidos se nos considere un narco estado
donde se impone la ley del crimen organizado.
Los más importantes niveles de
gobierno en el vecino país, considera a los carteles mexicanos como
organizaciones terroristas con todo lo que dar esa clasificación implica en
materia de seguridad nacional.
Vicente Fox es el único expresidente
que radica en México.
Desde su refugio en un caserío
de San Francisco del Rincón, en el estado de Guanajuato, de pronto hace
declaraciones, casi todas ellas sin destinatario bien identificado, pero
siguiendo su ilusoria línea de ser el salvador de la democracia en nuestra
nación.
Fox de plano la goza
instalado en la vida loca.
Pero como expresidente López
Obrador sigue siendo, la mayoría de las veces para mal, un actor en la escena
política en la escena política de México.
Las ocurrencias que tuvo en su
tiempo de primer mandatario hoy están teniendo graves consecuencias de
estabilidad social para el país.
Acabamos de vivir con pasmo el
descarrilamiento del tren interoceánico con un saldo de trece muertos y más de
50 heridos, algunos de ellos considerados de gravedad, y encontrarnos que fue
AMLO quien decidió que fuera la Marina quien construyera y operara el
mencionado del mencionado transporte.
Y vuelven a mencionarse en las
irregularidades que, sin que se hayan iniciado los peritajes correspondientes,
los nombres de los amigos y de los hijos de López Obrador.
El reclamo a la presidenta
Claudia Sheinbaum, una petición que viene desde los más diversos sectores del
país, es que de plano anule las pretensiones obsesivas de López Obrador de
seguir siendo un factor en las decisiones políticas del país.
Que haga que AMLO se olvide de
seguir siendo la mano que mece la cuna de la política nacional.
No influyentísimo, ni tráfico
de influencias ligados al político de Macuspana es el reclamo nacional.
La existencia de un nuevo
maximato en México es coyunturalmente imposible.
Lo impiden los contextos
nacionales e internacionales de relación que nuestro país vive en este mundo
radicalmente transformado.
La obsesión de seguir teniendo
el poder político junto con la presidenta Sheinbaum es un factor psicológico
que anula la inteligencia de AMLO.
La sociedad no acepta un poder
político compartido. El poder político en México es unipersonal e indivisible.
AMLO debe ser aconsejado a
tiempo de que debe retirarse, totalmente, de las decisiones políticas y
sociales del país.
Es una tarea que deben cumplir
aquellos que fueron favorecidos, en su momento, por AMLO y que deben evitarle
caer en una condición como la que han padecido políticos obsesivos del talante
de Nicolás Maduro, por citar un ejemplo que está en boga en los comentarios a
nivel internacional.
Como dijo en una ocasión Don
Fidel Velázquez condenando a los que quieren seguir en el poder aún cuando ya
haya terminado su tiempo: EL QUE YA BAILÓ, QUE SE SIENTE.

