Recibí una crítica constructiva al trabajo que estamos elaborando para la Reforma Constitucional del Estado de México y me comprometí a guardar el nombre de nuestro crítico, a cambio que compartiera su comentario. De eso trato en esta columna. A México y especialmente al Estado de México le falta Estado, en muchos aspectos fundamentales. Mencionó algunos: Estado de bienestar insuficiente, principalmente en materia de Salud, Educación e Infraestructura; insuficiente capacidad de su administración pública para impulsar la Economía, en temas tales como Ciencia y Tecnología, Innovación y desde luego Políticas industriales, comerciales y de abasto.
Faltan los grandes proyectos de transformación que podrían desarrollar un Estado de México, locomotora del cambio nacional. Su potencial es enorme. Para lo cual es indispensable un Sector Público moderno y una Sociedad Civil participativa y comprometida dispuestos a impulsar ampliamente el dinamismo en todos los sentidos. Me llamó la atención con una pregunta relevante, pero generalmente oculta: ¿Qué están haciendo con el dinero que llega de las remesas a las familias mexicanas, especialmente a las mexiquenses enviadas por sus parientes que se parten el lomo principalmente en los Estados Unidos? En las cifras preliminares del Sistema de Información Económica del Banco de México señalan que en 2021 en el Estado de México recibieron 3 mil 145.5 millones de dólares, y a septiembre del año en curso, la cifra llegaba a 2 mil 574.3 millones de dólares.
Aproximadamente 6% del total nacional por año. Como se vea, hace falta una oficina que aliente la creación y desarrollo de proyectos económicos que favorezcan a esas familias en la inversión productiva y facilitar medidas para que aprovechen mejor el gasto de consumo, para lo cual es indispensable suficiente capacidad y actitud de las administraciones públicas para impulsarlas.
Se requieren políticas gubernamentales público-privadas transformadoras y estímulos fiscales a la inversión de remesas. Algunas de las medidas que aplican actualmente como de “izquierda”, me señaló, son de eficiencia sospechosa.
Se carece de acciones específicas de inversión pública que propicie la inversión privada, principalmente en las llamadas tecnologías profundas de bajo riesgo, como las desarrolladas por otros países progresistas, para lo que falta una administración pública innovadora, moderna y eficiente. El Sector Privado requiere de forma indispensable del Sector Público. La falta de una administración pública impulsora de proyectos líderes, retrasa el desarrollo del país y del Estado de México. Claro no está en juego el presente, pero con mucho sí el futuro de nuestros jóvenes y de las futuras generaciones.
Mauricio Valdés
