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Ernesto Villanueva en Twitter

por Ernesto Villanueva
27-10-2020

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Ernesto Villanueva

La Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo vive hoy un desencuentro con la principal organización sindical de la propia universidad, el Sindicato Único de Empleados de la Universidad Michoacana (SUEUM).

Así señalado no sería novedad que eso suceda. Siempre en mayor y menor medida hay diferencias de percepción y de criterio sobre lo que demanda un sindicato y lo que puede ofrecer una institución.

El problema en este caso es que tanto la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo como el SUEM han firmado los acuerdos a satisfacción de las partes, de suerte tal que no hay una litis pendiente. Las autoridades universitarias no han pagado los sueldos a los trabajadores —o por lo menos no todos los componentes que el salario implica— quienes son precisamente la parte más vulnerable de esa institución académica, sin razones jurídicas aparentes para que ello tenga lugar.

El tema es aún más complejo porque el rector de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, el doctor Raúl Cárdenas Navarro, es un hombre que ha debido hacer toda una reingeniería institucional para el combate a la corrupción cuyos aspectos centrales le fueron heredados por su antecesor, Medardo Serna.

Serna es uno de los protagonistas de la Estafa Maestra, cuya carpeta de investigación sigue abierta en la Fiscalía General de la República.

Hay, pues, un mundo de distancia entre Cárdenas y Serna, por las prendas morales como profesionales del actual respecto a su malogrado antecesor. Por estas razones me llama la atención que hayan pasado varios meses sin que los trabajadores del SUEUM reciban sus salarios que conforme a la ley les corresponde.

A Eduardo Tena, el líder del Sindicato Único de Empleados de la Universidad Michoacana, lo conozco desde hace tiempo y reconozco su compromiso con sus agremiados y, como es natural, ese interés público que defiende es visto de manera dual, por un lado, hay un cierre de filas por los integrantes del Sindicato Único de Empleados de la Universidad Michoacana en torno a su persona como líder porque saben que es un hombre valiente y tenaz para defender a los suyos.

Del otro lado, es percibido como un personaje no confiable y conflictivo porque no cede bajo la mesa arreglos impropios. Ahí reside su autoridad moral de este dirigente sindical.

Al no existir temas de fondo que impidan que la relación contractual apegada a la normatividad regrese a la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, no debería haber razón alguna que justifique que sean los que menos tienen los que deben pagar más no sólo por la incertidumbre de que no saben cuando llegará su sueldo íntegro, sino por las deudas que han ido contrayendo a título individual para su manutención cuyos intereses moratorios no perdonan.

Es de desearse que a la brevedad posible se pueda traducir en acto el hecho con el derecho que hoy no existe en perjuicio de los de abajo.