
José Luis Camacho Acevedo.
Leí con un interés especial una de las últimas columnas de Enrique Quintana en la que advertía que puede haber piedras en el camino de la ejecución del Plan México.
El columnista reconocía que el planteamiento del Plan México, tanto en sus objetivos como en el diseño conceptual era correcto.
Pero, insisto, pronostica Quintana que el Plan México tendría que sortear las piedras en el camino que seguramente se encontraría más temprano que tarde.
Los consideraba básicamente una política de sustitución de importaciones fundada en el impulso a la producción nacional, tanto en calidad como en cantidad, que en principio redujera la presencia de manufacturas chinas que compiten, en ocasiones deslealmente como el caso del calzado por ejemplo, con los productos nacionales.
Pero apenas unas horas más tarde de que apareciera la columna de Quintana, me llegó el video de una encendida alocución del secretario de Economía, Marcelo Ebrard, en la que instaba a los productores nacionales a impulsar la marca HECHO EN MÉXICO, como una señal del potencial que tiene el país para superar la condición de rezago económico el que, sin lugar a dudas, le fue heredado a la presidenta Claudia Sheinbaum por las improvisaciones y las señales de corrupción en muchas áreas que han salido a la luz de manera por demás palmaria del régimen que encabezó Andrés Manuel López Obrador.
El llamamiento de Ebrard tiene una lectura más política que de carácter institucional a la estrategia de crecimiento contenida en el Plan México.
Es un claro mensaje de que ni México ni la presidenta Claudia Sheinbaum están atrapados y sin salida en la lucha contra la delincuencia o las amenazas arancelarias de Donald Trump.
No son factores que afecten la economía ni la renuncia de Vidulfo o las declaraciones de Lilly Téllez.
El reto de mostrar que el país se mueve, por ahora con Hecho en México, está siendo enfrentado con éxito tanto por Altagracia Gómez como por Marcelo Ebrard.
EN GUANAJUATO LIBIA DENISSE TAMBIÉN TIRA LASTRES DEL PASADO.
En su leída columna Días de Guardar, el periodista guanajuatense Arnoldo Cuéllar hace un preciso diagnóstico de la circunstancia negativa que heredaron a la gobernadora Libia Denisse García Muñoz Ledo.
Dice Cuéllar:
“Complicado arranque del Nuevo Comienzo
A pocas semanas de cumplir su primer año al frente del gobierno, Libia García, la primera mujer que encabeza el Poder Ejecutivo en la historia de Guanajuato, después de 34 años de dominio panista ininterrumpido, parece estar empezando a recomponer el fragmentado escenario que le heredaron.
Los problemas políticos que encontró no son menores: descuido de las bases panistas; estructuras desmanteladas en los municipios; una dirigencia de origen dieguista; comunicación tensa con la alcaldesa de León; trato indigno a operadores históricos y figuras de ese partido.”
“Y para ponerle más complicaciones, el gobierno de Diego Sinhue planteó con profundo descuido la reestructuración de los subsidios del Fidesseg, dejando lesionada la relación con otro sector del empresariado. Para empeorarlo, la responsable de la Secretaría del Nuevo Comienzo, Rosario Corona, decidió enfrentar los reclamos con la espada desenvainada, agudizando la confrontación.”
Y con todo ese lastre encima, Libia Denisse tiene que aguantar las grillas de la vieja guardia que le dice que “está entregada a la 4T”
Huesos duros de roer tiene enfrente la mandataria guanajuatense.