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El origen de la familia Fujimori en Japón

por Redacción
11-11-2021

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En el extremo suroeste del archipiélago japonés, hay una remota aldea que en noviembre se pinta de naranja y en mayo desprende un intenso aroma frutal, y en la que un nombre es reconocido por todos: Fujimori.

El paseo a pie por Kawachi en pleno verano se impone arduo pero el lugar sin duda lo merece: este pueblo, de unos 5.600 habitantes, se ubica en un lugar privilegiado, entre el mar y el cielo, envuelto en verdes montañas de campos de mikan (la mandarina nipona, orgullo de este enclave) y una amplia costa con miras al monte Unzen —uno de los volcanes activos más conocidos de Japón— y a Nagasaki, al otro lado del mar de China.

"La vista es fantástica", señala Haruhiko Nozaki, el director del centro comunitario, la única voz oficial del lugar a falta de gobierno, y quien recibe a BBC Mundo con ese tono tímido pero a la vez acogedor que caracteriza a los habitantes de esta localidad japonesa.

A sus espaldas, un grupo de souvenirs expuestos que destacan nada más entrar: una muñeca con vestimenta andina de gran tamaño, una pequeña réplica del Machu Picchu en una vitrina y dos platos decorativos.

Son regalos que las autoridades sacaron a relucir para la ocasión, pues la visita de BBC Mundo a este remoto rincón de Japón está estrechamente ligada a Perú y especialmente al expresidente Alberto Fujimori, recibido en este lugar como un héroe cuando lo visitó en los años 90 tras su sorpresiva —y victoriosa— entrada en política.

"De aquí son los padres de Fujimori, y para este pueblo es un gran honor que un presidente de Perú tenga familia de aquí", destaca Nozaki dos décadas después de aquella triunfante visita.

Pero no todos en Kawachi opinan lo mismo sobre el presidente más controvertido de Perú, encarcelado por corrupción y abusos de derechos humanos e impulsor de un movimiento, el fujimorismo, que aún polariza dentro y fuera de las fronteras peruanas.

"[La visita de Fujimori como presidente electo] fue muy cálida, con grandes pancartas y muchísima gente que se reunió para darle la bienvenida", recuerda el veterano periodista japonés Jun Izumi, quien ha seguido la carrera del político desde el principio y viajó a Perú varias veces antes y después de que apareciera en escena.

Para los lugareños, que un descendiente de japoneses llegara a lo más alto en otro país "fue motivo de orgullo", destaca el reportero de Kumamoto. "Ofreció una perspectiva positiva a los inmigrantes al cambiar su imagen, del forastero que deja Kumamoto para tratar de ganar dinero a alguien realmente exitoso".

Ese sentimiento, según la prensa local, se acabó materializando en una colecta de hasta US$20.000 para apoyar a Perú y en una organización para impulsar la cooperación entre ambos pueblos, de la que hoy no queda rastro.

Su opinión sobre el político cambió radicalmente, no obstante, cuando el 5 de abril de 1992, el entonces presidente peruano propició un autogolpe de Estado con el apoyo del Ejército, clausurando el Congreso e interviniendo el Poder Judicial.

"Me siento traicionado por Fujimori porque no siguió el camino democrático para revitalizar la economía, en ese contexto no fue nada diferente a otros políticos peruanos", sentencia.

"No sé si ha hecho algo malo para merecer que le encarcelen. No creo que hiciera algo así. Solo quiero que salga de ahí y vuelva a la normalidad. Tendrá 83 años pronto, es mi único deseo", manifiesta el primo de Fujimori.

Sus vecinos empresarios parecen tener opiniones similares.

"Perú tiene condiciones políticas muy inestables, a diferencia de la estabilidad japonesa. Así que creo que era inevitable (...) Espero que sea indultado pronto, he hablado con muchos empresarios y ese es el consenso", argumenta el magnate de los medios de comunicación Taisuke Matsuoka sobre la caída de Fujimori y su condena a prisión.