
José Luis Camacho Acevedo
La historia de las casas ostentosas ha sido siempre una crónica anunciada del derrumbe de políticos, o de los familiares de encumbrados hombres que detentan, o detentaron, un enorme poder en la vida pública de México.
Para Enrique Peña Nieto el hundimiento del alto grado de
aprobación con el que llegó a la presidencia de México, sin duda que inició con
el descubrimiento de la famosa Casa Blanca que se construyó La Gaviota y que fue exhibida como un elemento
probatorio de una corrupción que, finalmente, acabó marcando al sexenio del
último producto político del ya muerto Grupo Atlacomulco.
Después fue la llamada casa Gris del hijo del ex presidente
López Obrador, la que derribó el lema de anticorrupción del político de
Macuspana.
Ambos casos quedaron ampliamente documentados por los
investigadores periodísticos y la consecuencia fue, como apuntamos del caso de
la que construyó la ex esposa de Enrique Peña Nieto, Angélica Rivero, una
condena irreversible de la opinión pública a los excesos que representaron.
Ayer en la conferencia mañanera de la presidenta Claudia
Sheinbaum, el periodista guanajuatense Arnoldo Cuéllar Ornelas, preguntó a la
mandataria si la Unidad de Inteligencia Financiera o la Fiscalía General de la
República, investigarían el caso del grave conflicto de interés que tiene el ex
gobernador de esa entidad, Diego Sinhué Rodríguez Vallejo, por estar viviendo
en una lujosa mansión en Texas que se presume es de uno de los socios de la
empresa Seguritech, misma que recibió jugosos contratos durante las
administraciones del mencionado Rodríguez Vallejo y del hoy senador Miguel
Márquez Márquez.
La presidenta Sheinbaum respondió que las instituciones
competentes serán quienes realicen las investigaciones correspondientes. De
manera enfática Sheinbaum Pardo dijo que verían que la Fiscalía de Guanajuato
hiciera lo conducente. Y la mandataria comentó que el ex gobernador Rodríguez
Vallejo tendrá que dar explicaciones del espinoso tema.
Será muy difícil que la gobernadora de Guanajuato, Libia
Denisse García Muñoz Ledo, pueda salir en defensa de su antecesor.
Mediáticamente el asunto de la casa de Sinhue en Texas es una
prueba de la corrupción que pudo existir en su gobierno y que, como lo dijo la
presidenta Sheinbaum, la Auditoría Superior de la Federación será la instancia
que tenga la última palabra.
José Merino respondió contundente: no hay ni espionaje ni
censura
Después de que muchos comentócratas, calificativo de moda
toda vez que fue el término que recientemente en su conferencia mañanera la
presidenta Claudia Sheinbaum sobre un asunto de la agenda nacional que estaban
tratando de polarizar esos “comentócratas”, el tema del espionaje y la censura
a los medios debe ponerse en su justa dimensión.
Muchos opinadores que se creen la conciencia de la nación
desde sus espacios informativos, sean impresos, digitales o electrónicos, estaban
con los pelos de punta porque sentían que las atribuciones de la Agencia
Digital que encabeza Pepe Merino, tendrán un poder tan grande que, sería a un
mismo tiempo, la ejecutora oficial de la censura a medios de comunicación y
opinadores; así como la realización del espionaje oficial a comunicadores y
propietarios de medios.
En el influyente espacio que en la plataforma de Fórmula conducen
Mari Carmen Cortés, Pepe Yuste y Marco Antonio Mares, en su Fórmula Financiera,
José Merino fue por demás claridoso cuando aseguró, en torno a la nueva Ley de
Telecomunicaciones que de ninguna manera será un organismo censor y menos de
espionaje.
El espionaje oficial ha existido desde hace años.
Lo grave en los tiempos presentes ha sido cuando en lugar de
la censura se pase al crimen de periodistas.
Recuerdo que hace años en una plática con el siempre
recordado Carlos Monsiváis, con la ironía y el sarcasmo que lo
caracterizaba cuando se burlaba de sí mismo, me dijo: “estoy muy frustrado
porque yo me la paso criticando al gobierno y nunca he sido objeto de espionaje
o de censura.”
Creo que es peligroso sobredimensionar las acciones
gubernamentales que, según los profesionales de la protesta como una vez me
dijera el gran Rafael Cardona al referirse a los que se sienten objeto de una
persecución oficial por ser influyentes comentaristas, pueden acabar con la
democracia y la libertad de expresión.
Nunca dejaremos de defender el derecho que tenemos
constitucionalmente quienes ejercemos el oficio periodístico, de opinar sobre
cualquier tema con absoluta libertad y con respeto a nuestra integridad física.
Porque hay casos que, en ocasiones, nos hacen pensar en la
perversidad política que llega a las demenciales conductas de la agresión
física, que llega a ocurrir.
Por ello siempre seguiremos reclamando el total
esclarecimiento del atentado contra su vida que sufrió mi compañero Ciro Gómez
Leyva.