
El gobierno de México ha actuado con mesura frente a las determinaciones proteccionistas del gobierno norteamericano. Es positivo que se reconozca que las autoridades mexicanas han contribuido a disminuir el tráfico de fentanilo y la migración ilegal, argumento inicial para justificar la imposición de aranceles. La presidenta Sheinbaum sostiene que no puede haber tal reconocimiento y no solo mantener los aranceles, decisión de por sí ilegal y contraria al acuerdo comercial, sino incrementar de 25% a 50% los aplicables al acero y al aluminio.
La contradicción demuestra que la razón que mueve al presidente norteamericano no es la migración ilegal ni el tráfico de drogas, sino una consideración que parte de la idea de que el déficit comercial es en detrimento de la economía norteamericana. Es una convicción arraigada que no comparte el mundo, los expertos y los mercados. Para efectos prácticos, los aranceles afectan a los consumidores norteamericanos, desestabilizan la economía norteamericana y la de sus socios y aliados, además de que plantean un problema constitucional toda vez que son impuestos y, por lo mismo, deben ser aprobados por el Congreso.
México es sumamente dependiente de la economía norteamericana. Tres décadas de libre comercio han modificado las coordenadas del desarrollo económico a partir de la integración y cooperación económicas. Los beneficios han sido recíprocos entre los signantes del T-MEC y buena parte de las empresas que se han beneficiado del nuevo modelo son norteamericanas.
La presidenta Sheinbaum se ha manejado con la expectativa de que la colaboración y el diálogo sirven para resolver diferencias y superar decisiones en agravio al libre comercio. México ha hecho su parte y el mayor logro de la administración Trump, que es reducir el narcotráfico y la migración, se debe a la gestión realizada por el actual gobierno de nuestro país. Sin embargo, no ha habido reciprocidad, evidente en el incremento de los aranceles al aluminio y al acero.
Queda en las autoridades actuar proactivamente para defender el interés nacional, postura sin arrebato ni exceso, pero sí con firmeza al tratarse del bienestar de los mexicanos.