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Cerebro donado de una mujer ayudó a condenar a su esposo por doble asesinato

por Redacción
12-02-2022

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Vanessa Easton recuerda a Diane Stewart, su vecina por muchos años, como una secretaria escolar sonriente, cariñosa y extrovertida.

"Era una persona encantadora con la que cualquiera podía entablar una conversación", dice Vanessa, quien vivía frente a la casa de los Stewart —Diane, su esposo Ian y sus dos hijos— en Cambridgeshire, en el este de Inglaterra, desde 1993.

Los unos solían cuidar de los gatos de los otros cuando se iban de vacaciones y disfrutaban juntos de los fuegos artificiales del vecindario.

"Parecían una familia perfecta y feliz", describe Vanessa a los Stewart. "¡Era tan obvio cuánto amaban a sus hijos! Diane estaba llena de amor por ellos".

Pero el 25 de junio de 2010 todo cambió.

Stewart dijo que regresó a casa de hacer unas compras y encontró a su esposa de 47 años, que había estado lavando ropa, tirada en el suelo. Poco después, fue declarada muerta.

Una investigación de ese mismo año concluyó que la mujer había sufrido una muerte súbita por epilepsia (SUDEP, por sus siglas en inglés), que causa el fallecimiento de unas 600 personas cada año.

Aunque Diane no había sufrido ningún ataque de epilepsia en 18 años, su muerte no levantó sospechas.

Pero sí surgieron con la muerte seis años después de una segunda mujer: la prometida de Stewart, la autora de libros infantiles Helen Bailey.

Stewart había drogado y asfixiado secretamente a Helen para heredar su fortuna de más de US$5 millones, y arrojado su cuerpo en un pozo negro debajo de su casa en Royston, Hertfordshire, en el sur de Inglaterra.

Condenado por el asesinato de Helen en 2017, la policía centró su atención en la muerte de Diane.

La investigación enfrentó varios obstáculos importantes.

No solo se había incinerado el cuerpo de Diane, sino que además no se realizaron pruebas toxicológicas completas durante el examen post mortem de 2010.

El único análisis fue sobre un fármaco antiepiléptico.

Fue Stewart quien autorizó la incineración. Durante su testimonio en el juicio, los fiscales lo acusaron de hacerlo "para que hubiera muy poco que pudiera volverse en su contra".

Sin embargo, los detectives siguieron un camino bastante inusual.

Diane había donado su cerebro a la investigación médica, algo que Stewart consintió. Sin ese consentimiento, esta fuente vital de evidencia habría sido destruida.

El superintendente Jerome Kent, de la Unidad de Delitos Mayores de Bedfordshire, Cambridgeshire y Hertfordshire, dice que descubrieron que el cerebro estaba guardado en el hospital.

Explica que poder acceder al cerebro de Diane fue "absolutamente crucial" y que sin él "no se habría podido garantizar una condena".

"También era importante recordar que si ella había muerto por causas naturales, queríamos poder decirle a la familia que sus preocupaciones y sospechas eran infundadas".

Según el neuropatólogo Colin Smith, de la Universidad de Edimburgo, Escocia, el uso de tejido cerebral almacenado como parte de una investigación policial es extremadamente inusual.

"Nunca antes me había encontrado con esa situación", le dice a la BBC.

¿Pero cómo ayudó la ciencia a atrapar al asesino?

Un equipo de científicos y patólogos fueron reclutados para volver a examinar el tejido cerebral de Diane.

Safa al Sarraj, neuropatólogo del Hospital King's College de Londres, le dijo al jurado que encontró "cambios en el cerebro que consistían en isquemia temprana", algo que definió como "daño a las células debido a la falta de oxígeno y riego sanguíneo".

El científico dijo que no se esperaría encontrar ningún rastro de isquemia en "un ser humano sano que respira".

También reveló que se puede hallar cuando una persona muere después de sufrir una respiración "restringida" durante "más de 30 minutos".

Otro testigo experto, el neuropatólogo Kieren Allinson, no encontró "evidencia de una convulsión reciente", aunque agregó que eso no significaba que no hubiera sido una muerte por epilepsia.

El patólogo del Ministerio del Interior Nat Cary, quien prestó testimonio en 2017 en el juicio por asesinato de Helen Bailey, dijo que existía la posibilidad de que la respiración de Diane hubiera sido interferida con el uso de algún tipo de droga.

En el momento de la muerte de Diane, Stewart llamó al número de emergencias.

"Mi esposa tuvo un ataque. Está en el jardín", le dijo al operador. Cuando le preguntaron si la mujer respiraba, él respondió: "No, no lo creo, no".

Su vecino Victor Nickson ayudó a guiar a los paramédicos de la ambulancia aérea a la casa de los Stewart.